Tarde de Reyes

Tarde de Reyes…. ¿Triste…? Diferente, quizá: el lugar de la tristeza dio cabida a la nostalgia. Nostalgia de tiempos en los que se recibía a los Magos en la casa de la abuela.

 Sí…, nostalgia de hinchar globos, colgar guirnaldas del techo (tareas encomendadas a la hija y al nieto mayor), envolver algún regalo de última hora, colocar el nombre de su destinatario a cada presente…  Desde fecha inmemorial el regalo que la abuela solicita para sus hijos consiste en el apadrinamiento de un niño, al parecer sin fecha de caducidad, que los Reyes se encargan de trasladar a otro chaval cuando el apadrinado se hace mayor. Cerca de cuarenta años repitiéndose el mismo ritual, aunque con alguna variante en el decorado. ¡Ah!, sin olvidar la bandeja con el refrigerio para los Reyes, séquito y camellos.

Pero la añoranza más grande de la abuela  -“Bisa”- es no haber podido ver la carita de los más pequeños: de asombro, al llegar y contemplar tanto regalo junto; de alborozo jubiloso, al ir descubriendo los regalos de cada uno…  Y, remontándose unos pocos años atrás, la cara de la “Bisa” (madre de la abuela, que le cedió a la hija apelativo de “Bisa” al ostentar ella el de “Tata”, diminutivo de tatarabuela) al recibir los suyos de manos de los más pequeños acompañados de villancicos. Y el recuerdo del “Muy temprano esta mañana”, villancico que cantaba junto a la Tata” al abrirse de par en par las puertas del salón engalanado. De todo ello la abuela-bisa guarda preciosas instantáneas y vídeos que muchas noches le hacen sonreír antes de irse a la cama.

Pero hoy, a causa de la dichosa pandemia, ya nada es igual: cada hijo ha recibido a los Reyes en su casa sin dar lugar a ese contacto familiar entre hermanos y primos en el que se terminaba comiendo roscón en la cocina de la abuela, aunque estuviesen un poco apretujados. Lo mismo ocurrió los otros días festivos de la Navidad en la que solían reunirse alrededor de una veintena de comensales que recibían al nuevo año tocando varios instrumentos -acordes y por separado-, canciones y baile.

Ya nada es igual, pero algo queda del espíritu navideño ya que a media mañana comenzaron a llegar -por etapas- hijos, nietos y bisnietos  a casa de la abuela para entregarle, con las debidas medidas de seguridad, los presente que los Magos le fueron dejado en cada casa.

Todavía hubo un encuentro en el parque y, a falta de abrazos de verdad (lo que más echa en falta la abuela-bisa), con gestos de cariño.

Al escribir este pequeño revoltijo de sensaciones, me viene al recuerdo la poesía de Bécquer: “Volverán las oscuras golondrinas…”.

N.B.: siento no poder publicar fotografías de mayor calidad. Casi todas las imágenes que conservo de las Navidades  son vídeos tomados con el móvil  y el resultado, cuando se extrae un fotograma, deja bastante que desear…

13 comentarios en “Tarde de Reyes

  1. Jo…no he podido evitar emocionarme. Que recuerdos tan bonitos y que bien expresados.
    Para todos nosotros sin duda también han sido unos reyes diferentes, estabas en nuestro pensamiento esperándonos, como cada año, con cámara en mano para inmortalizar nuestras caras de ilusión.
    Como se ha dicho tantas veces, pero la verdad es que creo que es cierto, si algo nos ha enseñado está pandemia es a valorar lo importante y a las personas que tanto queremos.

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    • ¡Qué alegría encontrarte por aquí…! “Bien expresado”, dices… ¡Ya me gustaría! Pero casi siempre se te quedan dentro las emociones.

      Comenzamos a recibir a los Reyes en el salón cuando tú tenías poco más de cuatro años. Después fueron llegando otros: hermanos, primos… Y así año tras año, hasta que la condenada pandemia rompió la tradición. Recuerdo la cara de asombro de Lola (como no voy a recordarla si la tengo grabada), con meses, al pulsar las teclas de un teléfono con música. Y a la “Bisa” cuando desfilábamos con sus regalos cantando villancicos. ¡Y la cara que ponía al llegar el sobre con el aguinaldo…! Al abrirlo siempre exclamaba alzando el brazo: “¡Esto es lo mejor!”.

      ¡Qué ganas tengo de daros a todos un abrazo de verdad!

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      • ¡Si! ¡Que buenos recuerdos! Seguro que pronto podemos retomar todo lo que la dichosa pandemia nos ha robado… Mientras tanto nos guardamos los besos y abrazos. Eso sí, cuando se pueda, tendremos que dosificar… Te vamos a dejar más flaca de lo que estás…jejeejej

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  2. Muchas gracias, Note, por leerme. Ojalá que las cosas vuelvan a ser como antes, pero mejoradas por haber sacado una lección positiva de todo lo que nos está ocurriendo.
    Hoy he pasado gran parte del día viendo caer la nieve. Hacía muchos años que tal cosa no ocurría en Madrid y tenía ganas de contemplar un verdadero paisaje navideño. Pero lo de hoy supera mis expectativas: unas horas nevando y apenas se ven los coches aparcados delante de casa. Vivo en una zona con mucha arboleda y el panorama nocturno nevado es hermoso y sobrecogedor.
    Un abrazo muy grande.

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  3. ¡Claro que volverán! aunque sean otras, como dice Note. Siempre debemos ser positivos y pensar que lo malo no es eterno. ¡ Gran borrador es el tiempo !
    Me encanta todo lo que escribes, Mari Carmen. Tus nietas y nietos deben estar orgullosísimos de tener una «bisa» como la que han recibido en herencia. Seguro que los Reyes han tenido algo que ver.
    Aquí se nota tu ausencia.
    Besiños palmeiráns para toda la familia, sin olvidarme de Note, que ya es una más entre nosotros.

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  4. Me parece que el regreso a mi blog comienza a complicarse, querida Magdalena… Respondiendo a tu entrada en el ordenador normal, me he quedado con la pantalla en negro sin posibilidad, creo, de recuperación. Después de varios intentos he logrado poner en marcha el portátil, que no usaba desde mi estancia en Galicia, y menos mal que funciona.
    Formidable trinca la integrada por Note, Luna y tú. Y no lo digo en agradecimiento a vuestras animosos comentarios -aunque hoy eche en falta el de Luna- sino porque considero un maravilloso don contar con vuestra amistad.
    No quiero extenderme más relatando lo que disfruté observando las peripecias de grandes y chicos con la nieve, sin olvidar, como muy bien apunta Note, los perjuicios que puede causar a muchísimas personas.
    Un abrazo grande.

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  5. ¡No me lo puedo creer, Magdalena! Parece «cousa do demo»: acabo de responder a tu comentario,desde el ordenador portátil, porque éste se había quedado en la estacada, Logro por fin ponerlo en funcionamiento apagándolo a lo bestia y ahora resulta que no encuentro el comentario por ningún lado. No entiendo que se vea en el otro ordenador y en éste no.

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  6. Me parece que el regreso a mi blog comienza a complicarse, querida Magdalena… Respondiendo a tu entrada en el ordenador normal, me he quedado con la pantalla en negro sin posibilidad, creo, de recuperación. Después de varios intentos he logrado poner en marcha el portátil, que no usaba desde mi estancia en Galicia, y menos mal que funciona.
    Formidable trinca la integrada por Note, Luna y tú. Y no lo digo en agradecimiento a vuestros animosos comentarios -aunque hoy eche en falta el de Luna- sino porque considero un maravilloso don contar con vuestra amistad.
    No quiero extenderme más relatando lo que disfruté con las peripecias de grandes y chicos en la nieve, sin olvidar, como muy bien apuntó Note, los perjuicios que puede causar a muchísimas personas.
    Un abrazo grande.

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  7. Volverán, volverán, y para que vuelvan no puede ser ahora. Cuánto necesitamos el contacto y qué poco lo apreciábamos hasta ahora.
    Yo tengo pendiente un viaje a Madrid para abrazaros a todas muy fuerte cuando acabe esto.
    Mientras tanto: ¡besos y abrazos virtuales!

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  8. Me hace mucha ilusión un encuentro en Madrid (o Palmeira) en cuanto se vaya aclarando la situación -el tema contagios, sobre todo-. Mi casa está a vuestra entera disposición. Sería estupendo poder abrazarnos de verdad, sin miedo a contagios.
    Un abrazo inmenso.

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