Esta mañana he visitado por primera vez el Museo del Grabado de Artes. No me perdono que, habiendo nacido en Palmeira, vivido en mi pueblo natal mi primera juventud y veraneando año tras año en este precioso rincón de las “Rías Baixas”, no me haya enterado antes de la existencia del citado museo. Aunque sólo hayan transcurrido diez años desde su apertura y los pocos indicadores que pudimos ver en el trayecto hasta el museo: un pequeño cartel con caracteres de un color nada llamativo.
En realidad ha sido mi amiga Magdalena (siempre ha de ser ella la que me da el toque de atención) la que me puso al corriente de la existencia e importancia de este museo -que tenía intención de visitar durante mi estancia veraniega- y hoy, para remate, mis hijos, buscando en Internet lugares de interés cultural en la zona, me propusieron visitarlo sobre la marcha. (Y nunca mejor dicho; porque, a pesar del calor reinante, acabábamos de llegar de darnos una larga caminata).
Aunque el museo posee un considerable número de grabados importantes, para mí -lo mismo que para mis hijos-, el interés de la visita se debió a la espléndida explicación del guía y responsable del museo que -casualidades de la vida- está casado con una palmeirana cuya madre fue alumna de la mía en su taller de costura y, además, es colaborador en el blog literario “Café Barbantia” en el que suelo entrar a leer los excelentes trabajos de sus articulistas, a pesar de que en ocasiones sobrepasen el alcance de mis entendederas.
A la salida, la persona que nos atendió nos obsequió con el libro Alba de Groria, que recoge el discurso pronunciado por Castelao en el Teatro Argentino y en el Centro Gallego de Buenos Aires en 1948; además de un saludo, un prólogo y una presentación -a cual más acertados- salidos de la pluma del actual alcalde da Riveira, Presidente de la Fundación (Saludo); la Vicepresidenta de la Diputación de A Coruña (Prólogo); y del responsable del Museo, X. Pastor Rodriguez (Presentación), siendo el trabajo del último digno de destacar por su extensión e interesante contenido.
He de confesar que de la larga lista de personajes que desfilan en la procesión de la “Santa Compaña”, tan poéticamente narrada por Castelao en su discurso, conozco la historia de algunos, me suena la de otros y los más son para mí grandes desconocidos. A partir de ahora trataré de ponerme al día, aunque sólo sea acudiendo a una enciclopedia gallega de 30 tomos que poseo desde tiempo inmemorial y de la que apenas echo mano. (¡Para qué!, si metiéndote en Google lo encuentras todo…) El caso es que lo mío es el libro, a pesar de que “entre galgos y podencos” suelo perder un tiempo precioso.
Cómo no ha de sentir un emigrante -exiliado, para más desdicha- nostalgia de su terruño, si yo, que vivo en la Madrid y vuelvo año tras año a la tierra que me vio nacer, me emociono al contemplar la belleza de la ría que tengo ante mí mientras cocino; o cuando escucho el Himno Gallego, la Canción del Pescador o cualquier otra canción interpretada por una de las corales que tanto abundan en Galicia…
Desde estas humildes líneas, mi sincero homenaje a esa “infinida moitedume de luciñas e vagalumes”, a esas “ánimas sin nome” que, sin saberlo siquiera -con letra pequeñita-, hicieron por Galicia mucho más que el más reputado historiador.
Qué interesante ese museo. Y que preciosa Palmeira, doy fe. Además, sé más o menos desde qué ventana miras ientras cocina, me lo chivó Magdalena, Je, je.
Un besazo
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Esta tarde me la he pasado planchando mirando al mar (y a la plancha). Era tanta la belleza que abarcaban mis ojos que ni me enteraba del calor.
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El mar tiene un efecto atrayente y tranquilizante enorme…
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Me ocurren unas cosas de lo más raro con las respuestas: aparecen en el lugar más inesperado.
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¿Las que escribes tú? Yo a veces también me lío, y contesto a otro cuando quería comentar en la entrada, o al revés.
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Acabo de venir a mi blog, para pinchar en tu foto y poder entrar en el tuyo, y me encuentro con tu comentario. Me ha dado mucha alegría, tan pronto. Lo peor es que desde este ordenador no logro hacerme con mi correo ni enviar fotos. Y mira que las tengo bonitas… A ver si mi nieto se digna echarme un cabo y mañana te mando alguna. Porque de Palmeira creo que viste muy poco.
Un abrazo enorme y muchas gracias por ser la primera.
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Justo fuimos al puerto porque ya era tarde, ¡me encantará ver esas fotos!
Besos
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Me ha encantado, querida Mari Carmen, y ese final tan bonito con «luciñas e vagalumes» iluminando tus fantásticas expresiones. Esas «ánimas sin nome» (santa compaña) que acompañan el final de tu espléndida entrada.
Me alegro de que hayas disfrutado en el Museo del Gravado de Artes, merece la pena visitarlo. Ahora aún tienes que ir al otro, también es muy bueno. Artes es bastante más pequeño que Palmeira pero mira… tiene dos museos; hay mucho arte en Artes.
Besiños muy cercanos, ahora te los mando volando desde mi casa a la tuya. Y si me permites un besazo para Luna.
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Me gustaría que fuesen mías esas expresiones, pero me limité a copiarlas del libro «Alba de Groria» y son de Castelao. Me causa sonrojo pensar que de este polifacético personaje no conocía mucho más allá de sus facetas de dibujante, humorista y político. Hace años asistí en Palmeira a la obra de teatro «Os vellos non deben de namorarse» y me reí muchísimo. Los actores, aunque aficionados, lo hicieron francamente bien.
Gracias a ti y a mis hijos conocí el museo y pienso volver.
Otro beso volandero.
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Me encanta, aunque tarde, llegar a vuestras tertulias, cuando ya está todo dicho y yo puedo re-leer y re-pensaros explicando la vida intensamente (aunque lo llames «pasar sin enterarte»)
Abrazos 😗💓
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Tú nunca llegas tarde (en tal caso «as desfeitas») y siempre eres bienvenido.
Aunque, a veces, ande algo despistada -como suele ocurrirle a Pablo-, trato de vivir la vida intensamente, buscando el lado bueno de las cosas y, sobre todo, aceptando mis propios errores sin echar la culpa a otros. Lo creo esencial. Y me parece que Pablo es de la misma opinión.
Un abrazo para los dos.
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