Cuando me las prometía felices, porque creía haber entendido los entresijos para entrar en la red, se estropea el ordenador. A punto estuve de avisar al técnico; pero, después de dejarlo un día en reposo, se me ha ocurrido enchufarlo de nuevo -¿de nuevo?- y ha vuelto a la vida. No sé cuál sería el despiste en este caso…
La sorpresa ha sido encontrarme con vuestros inmerecidos comentarios. Ellos me animan a seguir. Buscaré en el baúl de los recuerdos alguna cosa que valga la pena y si no la encuentro, me la invento.
Los que conocemos a Carmen sabemos lo desbordante que puede ser su conversación: salta con tal celeridad de una idea a otra que, en ocasiones, acabas preguntándote de que demonios se está hablando. Esta “exuberancia discursiva” desaparece tan pronto se sienta ante al teclado. Las ideas fluyen entonces claras, precisas, elegantes. Como ocurre con los buenos escritores, la autora de este blog tiene la cualidad de que parezca que escribir bien y con sencillez es tarea fácil. Nada más lejos de la realidad, como bien sabemos quienes nos dedicamos a la traducción y corrección de textos. Escribir con sencillez, claridad y emoción requiere un profundo conocimiento del lenguaje y una vasta formación académica pero, sobre todo, una gran pasión por la vida. Familiares y amigos esperamos con impaciencia la publicación de la serie de relatos titulada “Una vida entre despistes” que tanto se hace de rogar: estoy convencida de que irradiará la ternura y el humor a los que la autora nos tiene acostumbrados.
Me gustaMe gusta
Me abochornas con tantos elogios inmerecidos. Lo único realmente auténtico es lo de saltar de un tema a otro hasta perder el hilo conductor. A eso se le llama divagar. Me gusta el título: “Una vida entre despistes”, encaja muy bien con mi realidad. Pero me siento incapacitada para hilvanar tanto material en una misma historia. Tal vez como relatos cortos… Sí. Creo que a eso te refieres. Mi mayor defecto es que intento abarcarlo todo y luego me quedo a mitad de camino.
Un besazo
Me gustaMe gusta